sábado, 31 de julio de 2010

Las acenias de Olivares ( !Perdón! Aceñas)

Me ha parecido oportuno acompañar a este óleo de un poema dedicado al río Duero.
Lo descubrí en internet. Pertenece a Jesús Gallego Marquina,(1900-1987) pintor, poeta y barítono zamorano.
Me siento muy identificada con lo que dice en él. !Estas tierras leonesas, bañadas por el Duero¡. Tienen un algo, que te dejan los sentido impregnados de por vida.

AL RIO DUERO

Lejos de ti, mi Duero a quien la vida
tengo atada con lazos de ternura,
siento hincada la dura
flecha de tu nostalgia y en la herida,
con sádico deleite, la memoria
halla placer, palpando persistente
en el ayer ausente,
que en tus aguas holgando,fue mi gloria.
Oyendo tu canción,
cuantas horas gozadas a tu orilla,
brizando mi esperanza una baquilla
tan frágil, como bella mi ilusión...
Aprendí con tu ejemplo fortaleza,
viéndote discurrir a tú albedrio,
que siendo artista, fuiste obrero, río
mío, dando al poeta con largueza
inspiración divina,
como tu esfuerzo, con tesón diario,
mi Duero proletario,
al mover el rodezno y la turbina.

Tus aguas no han cantado lisongeras,
ni sobre falsa fuente,
ni con voz engolada en el torrente
artificial de un parque. Son sinceras
y cantan lo que sienten. Las pasadas
grandezas a ciudades que son de oro,
Soria, Zamora, Toro...
A las viejas aceñas arroñadas,
sentidas elegías y vibrantes
odas a los mimbreros verdeazules,
a chopos y abedules
y a las navas y tesos, que anhelantes
se miran en tus ondas.
Esas ondas, mi Duero, que en mis mozos días
molían pan y mis retozos
alegraban, debajo de las frondas.

Cuantas propicias veces arrullaron,
del que fue mi taller inolvidable
y en su silencio amable,
noches que coronaron
mis ocios y mis sueños creadores
y el reposo también, sobre mi pecho
de la amada que el lecho
conmigo compasrtía y mis amores...

¡Quién pudiera otra vez, verte en Urbión,
do te canto Machado,
por las nieves y pinos acochado!
De rincón en rincón
seguirte por tu ruta legendaria,
espejando ora nubes y altozanos,
ora puentes romanos
coronados por yedra milenaria,
ora castillos, pueblos y caminos,
parpadeo de luces
ciudadanas o míseras, las cruces
de hervosos cementerios pueblerinos.
Seguir y más seguir a tu corriente,
ver los ocres reflejos de la arcilla,
dó prende la semilla
de nuestra raza ingente,
la de los Berruguetes, y Rodrigos
y Manriques, de santos y guerreros
y de los comuneros
que osaron ser del César enemigos...
Verte saltar azudas
junto al molino umbroso,
gozando de alamdas oloroso
frescor. Y en las desnudas
quietudes de tus playas soleadas,
ver jugar a mis hijos en la arena,
su piel tersa y dorada de luz plena,
sentir su voz, sentir sus risotadas
y sus llantos también ¡esas delicias
no hozadas aún! y verte, grave
y alegre, Duero amado, cuando suave
y paternal, por mí les acaricias...
Y si es qeu "nuestras vidas són los ríos
que van a dar al mar, que el el morir"
cuando muera, también quiero al mar, ir
sereno, sin haberme doblegado,
preñadas de infinito mis canciones,
firmes mis convicciones
sin sntir el dolor de lo pasado,
¡oh, Duero mío! pero sí el contento
de ver que mi trabajo, cada día
fue laborando en mí con alegria,
la placidez del último momento.






































Óleo sobre lienzo 65 x 54 cm.

1 comentario:

  1. Gracias, Rosa, por acordarte de mi padre, de sus versos, y recrear tan magníficamente esas aceñas donde él tuvo su primer estudio en Zamora. Todavía pertenece a la familia un cuadro pintado desde ese mismo estudio. Y perdona que no te haya visitado antes, pero he andado bastante liado últimamente y, ahora sí, me despido hasta Septiembre. Un beso.

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